Dios morirá

Aunque no desee escuchar mis palabras se las voy a escribir bien claro: todos vamos a morir. Y con ‘todos’ no me refiero a que usted y  yo y los de nuestro alrededor morderemos el polvo dentro de x años, sino a que la humanidad – entendida como ‘conjunto de personas’ (que en su cabeza no deje de repetirse la última palabra hasta que se pregunte por qué la repite) – desaparecerá de la faz de la Tierra cuando el ciclo de vida del Sol llegue al inicio de su fin. «Vale», me dirá, «pero eso ocurrirá dentro de millones de años y por entonces la humanidad ya se habrá extinguido». Esa es la versión oficial, la catastrofista, la del comodón que piensa que para qué mover un dedo si no hay marcha atrás. Cuidado con ese argumento porque siendo aún más crueles con la condición humana, podríamos pensar que la humanidad es tan egoísta que no permitirá su autodestrucción. No me imagino a los dueños del mundo dentro de 500 años explicando en una rueda de prensa que se acabó el juego: «Hagan lo que deseen. No piensen en el mañana. Maten a sus enemigos y digan lo que nunca se atrevieron a decir; la ley no les juzgará. Ustedes morirán; sus hijos también morirán. Durante el tiempo que les queda de vida, olvídense del trabajo y disfruten de cada momento. Vivan como nunca se atrevieron ». En ese instante, dios morirá.

La tecnología crece a ritmo exponencial. Hace una década usted comenzaba a dar sus primeros pasos en la red. Hoy puede compartir una fotografía desde el rincón más remoto del planeta con tantas personas como desee. Sus aparatos electrónicos están conectados, nuestras vidas están conectadas y las previsiones apuntan a que la tendencia continuará siendo la misma. Con estas premisas y el planeta agonizando, ¿se puede dudar de que llegado el momento, con la tecnología suficientemente desarrollada, nos quedaremos de brazos cruzados sin dejar testimonio de nuestra existencia? ¿Acaso duda, teniendo en cuenta que se ya se han mandado sondas para decir que estamos ‘aquí’, que antes de su extinción la humanidad buscará la forma de colonizar otros planetas? Otro debate sería si al final se decidiese por ello. Los clásicos de la ciencia-ficción quedan obsoletos y resulta prácticamente imposible imaginar cómo será la sociedad dentro de medio siglo.

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John von Neumann.

Las máquinas son el siguiente eslabón de la evolución. Nuestro organismo jamás podrá colonizar otros planetas y, por tanto, sobrevivir a la extinción. La humanidad desaparecerá tarde (engullida por el Sol) o temprano (autodestruida). Sin embargo, como he mencionado al inicio de mi apocalipsis, es tan egoísta que hará todo lo que esté en su mano para que su ‘legado’ perdure en el tiempo. En ese punto, le guste o no, entrarán las máquinas en acción, las únicas que serán capaces de realizar viajes de cientos de años luz para extender la ‘nueva especie’ por el Universo. El físico Frank J. Tipler afirma en el rompedor ensayo La física de la inmortalidad que, llegado un punto de la evolución, la humanidad tendrá que mandar máquinas de von Neumann si pretende expandirse a otros planetas. Estas máquinas, ideadas por el matemático John von Neumann, son capaces de emplear los recursos de su alrededor para fabricar máquinas iguales a ellas. Al igual que los seres humanos, ellas se reproducirán a sí mismas sin necesidad de ayuda externa. No serán seres orgánicos, y además habrán sido creadas por una especie que deseó jugar a ser dios, pero conformarán la nueva especie destinada a mantener nuestro recuerdo.

Me parece correcto que piense que deliro y que mis palabras no son más que ciencia-ficción. Lo mismo está en lo cierto o lo mismo no. Pero si el ordenador es capaz de ganarle jugando al ajedrez, corregirle los errores gramaticales y alertarle de que su sistema está siendo atacado, que no le extrañe que en menos tiempo del que estima, el demoníaco HAL 9000, de 2001: Una odisea del espacio, sea una realidad. La duda filosófica que aquí se plantea es si nosotros, el conjunto de personas, la humanidad, seremos capaces de crear máquinas conscientes de su existencia y, llegado ese momento, reflexionar sobre las consecuencias de ello. En ese instante, dios morirá.

«Lo siento Dave, me temo que no puedo hacer eso»

HAL 9000. 2001: Una odisea del espacio.

Diego Zumajo | @Diego_Zumajo

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