Salirse del guión

Hola, muy buenas, me llamo Biel Figueras y me gusta Madrid. Madrid, Madriz, Madrí, Madrit, Mandril. Me gusta, me encanta, me enamora. Bueno, esto no sería nada raro, a cada uno le gustan las ciudades que le gustan, de Ciudad Real a Nueva York o Sebastopol. En un principio no pasaría nada Pero… Siempre hay un pero. En todo. Y mi pero es que yo soy un independentista. Un separatista, un secesionista, un rebelde, un Traidor a la Patria. Y claro, esto cuando lo cuento, se lo aseguro, siempre causa en la gente cierta extrañeza e incomprensión, y exalta a no poca. No de manera generalizada, ni mucho menos, pero si en un número nada desdeñable. Y exaltados de todas las opiniones: para unos es casi una traición a los ideales, y para los otros es una incoherencia brutal que les pone muy nerviosos. Se ve que si uno está en contra de ser gobernado por la Administración Central del Estado y sus satélites —no otra cosa es el independentismo— ya no le puede gustar Madrid, ya no le puede gustar pasarse horas embobado mirando obras en El Prado, o leyendo libros en la BNE, ni visitando el Arqueológico, ni tomar un a cup of cafe con leche en la Plaza Mayor, ni remar en las barquitas del Retiro, ni irse de marcha por Malasaña, ni pasear por el Jardín botánico. Nada, según algunos para ser un buen independentista no te debe gustar Madrid, no vale salirse del guión preestablecido.

Plaza_de_Castilla_(Madrid)_06

Esto solamente es un pequeño ejemplo —bastante inofensivo— de lo que hoy les quiero hablar, porque hoy les hablaré de los inquisidores, los guardianes de las esencias, los martillos de herejes, los puros. Y que no solamente están en cuestiones menores e inofensivas como la anterior, están en todo, cualquier cosa que usted imagine tendrá sus fanáticos. Si alguien es liberal ya no le pueden gustar las novelas de Gabriel García Márquez, si es socialista lo mismo con las novelas de Vargas Llosa. Si se es de un partido constitucionalista ya no puede tener amigos independentistas, se pasa a ser un sospechoso, o incluso le pueden decir que por tener tal amistad no estás defendiendo lo suficiente a tu Nación —lo he vivido— y al revés también. Un caso paradigmático de lo que cuento es lo que le ocurrió hace unos meses a la diputada upeydista Rosa Díez, que fue acusada por periodistas de nivel de ser una tibia por presentar el libro del diputado Alfred Bosch de la ERC —amigo suyo—. O los comentarios que se vertieron en las redes sociales y en la blogosfera cuando Xavi y Casillas fueron galardonados hace un par de años con el Premio Príncipe de Asturias de Deportes. Si eres madridista, tienes prohibido hablar bien de Messi; si eres del Barça, no alabes nunca a Xabi Alonso; si eres del PP, Pablemos nunca deberá tener razón en nada de lo que critica; si eres de CIU Ana Pastor —la ministra, no la otra— nunca acertará—menos si el de CIU es el consejero Santi Vila, claro—. Desde la nimiedad del deporte a lo más íntimo de uno —hay gentecilla que se cree con el derecho de afear a la gente el enamorarse de quien se ve que por política no deberían—. Y así en todos los campos. Si se paran a pensar verán que todos han sufrido en algún momento de sus vidas situaciones parecidas por saltarse la ortodoxia.

¿Y por qué hay gente que no puede vivir sin juzgar las querencias de sus semejantes? Una de las razones es el odio, viven sus ideologías y gustos con odio y enfrentamiento, no como un valor positivo, sino como un valor negativo, y no pueden soportar que uno de los que consideran que son de los «suyos» tenga nada que ver con el «enemigo». Después está el miedo, miedo a que esa persona se vea contaminada y deje de ser de los «suyos», cosa que demuestra la poca convicción que tienen en que sus ideas sean razonables y verdaderas. Y sobre todo, hacen lo que hacen porque son estúpidos, profundamente estúpidos, tal como los definió el maestro Carlos Maria Cipolla: Personas que causan daño a otras personas sin obtener ninguna ganancia o beneficio a cambio. No llegan ni a la categoría de malvados.

¿Y qué haremos con esta gente? Pues reír y sonreír, porque el buen humor les produce el mismo efecto que el agua bendita en Regan MacNeilen, es una cosa que les mata por dentro. «Dientes, dientes, que es lo que les jode» que diría la Pantoja. Y cuando miren a los detractores de sus querencias mírenlos con infinita compasión y conmiseración, porque los inquisidores del alma, los pobres de espiritu, nunca podrán llegar a saber lo interesante, divertido y enriquecedor que puede ser vivir fuera del dogma y salirse del limitado guión. Este reino no es para ellos.

Biel Figueras | @rincewindcat

27 Comments

    1. He puesto ejemplos de hunos y hotros. Además, como dice el propio Cipolla los estúpidos se reparten entre los diversos grupos humanos con la misma frecuencia, no importa el tamaño del grupo, siempre tendrá el mismo porcentaje de estúpidos.

      Bonito avatar.

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    1. He puesto ejemplos de hunos y hotros. Además, como dice el propio Cipolla los estúpidos se reparten entre los diversos grupos humanos con la misma frecuencia, no importa el tamaño del grupo, siempre tendrá el mismo porcentaje de estúpidos.

      Bonito avatar.

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  1. Qué tal Biel,

    Modestamente, yo también me salgo bastante del “guión”, como tú lo llamas.

    Sí. En lo político, que es nuestro tema favorito, pero también en lo personal, este servidor se sale del “guión”. Procuro seguir ante todo mi criterio y no ceñirme a los tristes modelos prejuiciados, el standard rígido que se nos propone. Como dijo Juan Ramón, y reproduce Ray Bradbury, “ante el papel pautado, escribe siempre por el otro lado”. Esto suena muy bonito, sin duda, pero no es nada fácil implementarlo. Tiene un coste. Sí, la libertad de pensamiento y acción, y definir un orden propio de vida, tienen siempre un coste
    .
    Políticamente, yo me desmarco bastante del modelo de “consenso” implantado en la comunidad autónoma donde ambos residimos: Cataluña. Esta situación o ejemplo concreto no lo apuntas en tu nota. Me explico: Yo desprecio profundamente el nacionalismo catalán en tanto que opción política, o mejor dicho, desprecio a quienes en este momento ostentan su representación política. Me irritan su deshonestidad, su juego desquiciante, su permanente doble lenguaje, su ambigüedad y emboscamiento, su confusionismo calculado. Y en los últimos tiempos, sus mentiras o al menos sus exageraciones, la propaganda y la manipulación desvergonzada o en algún caso extremo, hasta la injuria xenófoba. El llamado “proceso” nos está dando el espectáculo más triste. De entrada, está poniendo al descubierto las profundas miserias, hasta el momento ocultas, de una opción política, el nacionalismo, que hasta ahora solo percibíamos, en el peor de los casos, como intrigante y cargante, pero de conllevancia relativamente fácil.

    Jamás he oído a un nacionalista catalán reconocer los enormes avances, logrados en las últimas décadas, en el reconocimiento de la singularidad de Cataluña y en el generoso (casi inédito en el resto de Europa) autogobierno del que hoy disfruta. No. Nada de eso. De ellos, solo oiremos queja tras queja y el victimismo más vocinglero y grotesco. Su discurso no se ha movido ni un milímetro desde 1979. Enmascarando siempre su propósito último: la secesión en algún momento del futuro, una vez el fruto del adoctrinamiento esté lo suficientemente maduro. Pero eso sí: jamás dando la cara. Siempre moviéndose entre bambalinas.

    Sí. Siento desprecio por el nacionalismo catalán. Esto no significa que el catalanismo (del cual el nacionalismo es hipertrofia y patología), no tenga o tuviera en su momento, un propósito decente, difícil de no ser subscrito por cualquier persona moderada y razonable: El de la salvaguarda y defensa de una especificidad, una lengua y una cultura antigua.

    Lo que tenemos hoy sobre la mesa es un órdago secesionista producto de una estrategia interesada, miserablemente apuntalada mediante una serie de “razones”, o agravios, falsos prácticamente en su totalidad. La opción legítima (y hasta comprensible) de la secesión se impulsa con mentiras y ofensas. Y en primera línea del discurso, encontramos a personajes histéricos y deleznables cuyas arengas demuestran, no solo que no son demócratas, sino que con ellos en el poder el sistema de libertades podría correr un serio peligro.

    Dicho todo esto, me declaro un admirador de la cultura catalana. O al menos un degustador habitual. Posiblemente, y tras la portuguesa, sea la catalana la más importante de las pequeñas culturas europeas. Conozco muy a fondo la historia de Cataluña y su importante dimensión cultural. Su literatura, su poesía, su arquitectura, su arte plástico, su música. Podría citar aquí un larguísimo listado de nombres célebres, si lo desease. Pero no lo veo necesario. Cualquiera podría hacerlo. Solo te diré, si acaso, que tengo aquí mismo a Perucho, Nestor Luján y Montserrat Roig. A unos centímetros del teclado.

    Mucha gente en Cataluña no entiende, y de eso nada dices en tu nota, aunque lo dejes implícito, que se pueda apreciar la cultura catalana y al mismo tiempo abominar del nacionalismo catalán, de la clase política que lo suscribe y del nada infrecuente sectarismo tanto de viejos adeptos como de prosélitos sobrevenidos. A veces me resulta divertido ser llamado anti-catalanista por individuos ignorantes cuyo conocimiento de la cultura catalana posiblemente no sea ni una pequeña parte del mío. Pero así son las cosas.

    En fin. Como te decía, aquí te habla otro que se sale del guion. Que desprecia los papeles pautados y los estándares, y está dispuesto a asumir los posibles riesgos, en forma de incomprensión o incluso exclusión. Insisto, no es nada fácil salirse del guion. Proclamarlo en la teoría es mucho más sencillo que implementarlo en la vida practica. Pero si se toma la decisión de hacerlo, hay que hacerlo.

    Venga, tronco, un saludo.

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    1. Hola, Serafín!! Te desvías un poco de la cuestión y tampoco quería centrarme en la independencia. Y ya sé que eres un verso suelto, lo sé bien. Jajajaja Y no sabes como agradezco tus comentarios siempre. Un saludo.

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      1. Bueno. Más que desviarme de la cuestión, creo que me centro en un caso concreto. Uno que me toca de cerca, a mí y a otros. Pero quizá sí tengas razón. Gracias por tu respuesta.

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  2. Qué tal Biel,

    Modestamente, yo también me salgo bastante del “guión”, como tú lo llamas.

    Sí. En lo político, que es nuestro tema favorito, pero también en lo personal, este servidor se sale del “guión”. Procuro seguir ante todo mi criterio y no ceñirme a los tristes modelos prejuiciados, el standard rígido que se nos propone. Como dijo Juan Ramón, y reproduce Ray Bradbury, “ante el papel pautado, escribe siempre por el otro lado”. Esto suena muy bonito, sin duda, pero no es nada fácil implementarlo. Tiene un coste. Sí, la libertad de pensamiento y acción, y definir un orden propio de vida, tienen siempre un coste
    .
    Políticamente, yo me desmarco bastante del modelo de “consenso” implantado en la comunidad autónoma donde ambos residimos: Cataluña. Esta situación o ejemplo concreto no lo apuntas en tu nota. Me explico: Yo desprecio profundamente el nacionalismo catalán en tanto que opción política, o mejor dicho, desprecio a quienes en este momento ostentan su representación política. Me irritan su deshonestidad, su juego desquiciante, su permanente doble lenguaje, su ambigüedad y emboscamiento, su confusionismo calculado. Y en los últimos tiempos, sus mentiras o al menos sus exageraciones, la propaganda y la manipulación desvergonzada o en algún caso extremo, hasta la injuria xenófoba. El llamado “proceso” nos está dando el espectáculo más triste. De entrada, está poniendo al descubierto las profundas miserias, hasta el momento ocultas, de una opción política, el nacionalismo, que hasta ahora solo percibíamos, en el peor de los casos, como intrigante y cargante, pero de conllevancia relativamente fácil.

    Jamás he oído a un nacionalista catalán reconocer los enormes avances, logrados en las últimas décadas, en el reconocimiento de la singularidad de Cataluña y en el generoso (casi inédito en el resto de Europa) autogobierno del que hoy disfruta. No. Nada de eso. De ellos, solo oiremos queja tras queja y el victimismo más vocinglero y grotesco. Su discurso no se ha movido ni un milímetro desde 1979. Enmascarando siempre su propósito último: la secesión en algún momento del futuro, una vez el fruto del adoctrinamiento esté lo suficientemente maduro. Pero eso sí: jamás dando la cara. Siempre moviéndose entre bambalinas.

    Sí. Siento desprecio por el nacionalismo catalán. Esto no significa que el catalanismo (del cual el nacionalismo es hipertrofia y patología), no tenga o tuviera en su momento, un propósito decente, difícil de no ser subscrito por cualquier persona moderada y razonable: El de la salvaguarda y defensa de una especificidad, una lengua y una cultura antigua.

    Lo que tenemos hoy sobre la mesa es un órdago secesionista producto de una estrategia interesada, miserablemente apuntalada mediante una serie de “razones”, o agravios, falsos prácticamente en su totalidad. La opción legítima (y hasta comprensible) de la secesión se impulsa con mentiras y ofensas. Y en primera línea del discurso, encontramos a personajes histéricos y deleznables cuyas arengas demuestran, no solo que no son demócratas, sino que con ellos en el poder el sistema de libertades podría correr un serio peligro.

    Dicho todo esto, me declaro un admirador de la cultura catalana. O al menos un degustador habitual. Posiblemente, y tras la portuguesa, sea la catalana la más importante de las pequeñas culturas europeas. Conozco muy a fondo la historia de Cataluña y su importante dimensión cultural. Su literatura, su poesía, su arquitectura, su arte plástico, su música. Podría citar aquí un larguísimo listado de nombres célebres, si lo desease. Pero no lo veo necesario. Cualquiera podría hacerlo. Solo te diré, si acaso, que tengo aquí mismo a Perucho, Nestor Luján y Montserrat Roig. A unos centímetros del teclado.

    Mucha gente en Cataluña no entiende, y de eso nada dices en tu nota, aunque lo dejes implícito, que se pueda apreciar la cultura catalana y al mismo tiempo abominar del nacionalismo catalán, de la clase política que lo suscribe y del nada infrecuente sectarismo tanto de viejos adeptos como de prosélitos sobrevenidos. A veces me resulta divertido ser llamado anti-catalanista por individuos ignorantes cuyo conocimiento de la cultura catalana posiblemente no sea ni una pequeña parte del mío. Pero así son las cosas.

    En fin. Como te decía, aquí te habla otro que se sale del guion. Que desprecia los papeles pautados y los estándares, y está dispuesto a asumir los posibles riesgos, en forma de incomprensión o incluso exclusión. Insisto, no es nada fácil salirse del guion. Proclamarlo en la teoría es mucho más sencillo que implementarlo en la vida practica. Pero si se toma la decisión de hacerlo, hay que hacerlo.

    Venga, tronco, un saludo.

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    1. Hola, Serafín!! Te desvías un poco de la cuestión y tampoco quería centrarme en la independencia. Y ya sé que eres un verso suelto, lo sé bien. Jajajaja Y no sabes como agradezco tus comentarios siempre. Un saludo.

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      1. Bueno. Más que desviarme de la cuestión, creo que me centro en un caso concreto. Uno que me toca de cerca, a mí y a otros. Pero quizá sí tengas razón. Gracias por tu respuesta.

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  3. Pues mire, León: me disgusta un poco ese tonillo de superioridad y de sabiduría moral, ese dar consejitos ("¿y qué debemos hacer? ¿Y por qué hacen eso? Pues porque…"), lo que me hace calificarle como flojillo en retórica. Por no hablar de la penosa pretensión de ser un "bicho raro", que ya le critica también alguien, y luego citar a la Pantoja y el libro más trivial del gran Cipolla. "Spitting names" puede ser una buena técnica para realzar un artículo, siempre que los nombres que no "escupes" no sean del montón. Por lo demás, estoy bastante de acuerdo con lo que usted apunta en su entrada precedente. Perdone que no me extienda más.

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  4. Ya veo que aquí hay censura, como en la prensa de Franco. Pues nada, enterada del nivelazo de esta publicación, aviso a mis amigos. Adiós.
    Blanca

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  5. Ya veo que aquí hay censura, como en la prensa de Franco. Pues nada, enterada del nivelazo de esta publicación, aviso a mis amigos. Adiós.
    Blanca

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  6. Hola, Biel. Atraído por tus escritos, y queriendo saber más de ti, acabo de entrar en tu cuenta de twitter y me he quedado helado: he comprobado que tus mensajes en catalán supuran odio a todo lo español (el último, un viajecito al pobre socialista Quim Coll, que nunca ha insultado a nadie), y un desprecio absoluto a quienes no comparten tus ideas. Me ha extrañado mucho ese tono desabrido porque aquí en este artículo defiendes la tolerancia, el buen rollo, el aprecio al adversario, etcétera, valores humanistas que son estupendos pero se contradicen mucho con lo que dices –y sobre todo, con el tono con que lo dices– en catalán en twitter. ¿Podrías explicarme un poco esa contradicción? ¿Tiene que ver con la lengua que usas, o sea que en catalán te sale el mal genio, y en castellano lo suave y cordial ? ¿O es sólo una estrategia tipo Duran Lleida, ya sabes, decir una cosa en Madrid y la contraria en Barcelona?
    Por cierto, en Madrid, nadie llama a nuestra sufrida ciudad "Mandril". Es un término que sólo usan algunos secesionistas como tú lo eres (por confesión propia). Quizá eso de "Mandril" lo has usado aquí para "normalizar" su uso, o para hacer una gracia, pero la verdad es que no tiene ninguna. O yo por lo menos no se la veo.

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  7. De pobre poco, e insulta bastante, sobre todo a la inteligencia. Le doy a Quim porque me cae mal él, como persona, no por su postura política, desde que los dos coincidimos en el PSC (yo fui socialista), y si me ha leído verá que en esa misma noche mantengo un debate cordial con Juan Arza, a quien aprecio mucho y es de la misma organización que Quim. Y bueno, también me caen mal muchos de los míos, le puedo dar una lista de ellos. Si Quim pensara como yo me continuaría cayendo fatal. Que sea "cordial" no significa que no haya gente que me caiga mal, pero no por razones ideológicas, se lo aseguro (a no ser que esa persona sea nazi o algo así, ya me entiende).

    Le animo a pasarse por mi cuenta de tuiter y decirme en qué tuit muestro odio a España. Estaré encantado de debatirlo.

    Mandril. He estado durante muchos años en blogs de fútbol, y eran los propios seguidores del Real Madrid quienes utilizaban este término para referirse al club o a la ciudad. Totalmente amistoso. Le puedo dar las direcciones de los blogs.

    Saludos.

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    1. Decir que Quim Coll "insulta a la inteligencia" me temo que le retrata a usted. Lo de "le doy, porque me cae mal" y "también me caen mal muchos de los míos" define nítidamente a un tipo de columnista/camorrista, por cierto muy español (en Europa no se acepta un nivel semejante) que no escribe sino para armar bronca, castigar o "darle" a quienes "le caen mal" por motivos tan peregrinos como que coincidió con él en un partido político, y no aportar nada valioso, enriquecedor ni iluminador. Lo siento por usted: tiene una vida mental mezquina.
      En cuanto a sus tuits: MUCHOS supuran desprecio y un sentimiento de superioridad sorprendente, y los que no incluyen ofensas personales explícitas sí llevan ofensas implícitas y alusiones degradantes. Lo cual por cierto es muy común en el microclima político en el que usted está a sus anchas. What a pity, man!

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      1. Sería bastante interesante que si quiere hablar de mi faceta como tuitero se pasara por mi cuenta y me dijera exactamente cual le molesta. No creo que un artículo de hace seis meses sea el sitio más indicado para esta labor, y estoy muy interesado en ello, ya que es la primera persona que me dice semejante cosa. También le pido disculpas por no ser como usted quiera que sea. En cuanto a lo de Quim: ¿dónde digo que me caiga mal por haber compartido partido? Digo que me cae mal desde entonces. Y sí, claro que hay gente que me cae mal, pero le vuelvo a repetir: no por su ideología, que es en lo que usted se empecina (cuando habla del microclima político y esas chorradas). Me caen mal por su actitud, por su manera de razonar, por las mentiras y tergiversaciones que sueltan. Y Quim esa noche, como en tantas otras, lo hizo en referencia a Ciutat Morta para provecho político, el dolor de unas personas aprovechado para un fin espureo. Las personas así no me pueden caer bien, ¿sabe? Además, yo todas las opiniones las doy con mi nombre y apellidos, y no encontrará ningún insulto ni descalificación en ningún escrito publicado.

        Usted me llama camorrista y que tengo una vida mental mezquina y que desprecio a no sé cuantos. Y todo porque critiqué a alguien semidesconocido en un tuit (ni lo insulté, imagine). No sé qué pensar de todo ello.

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  8. Vea usted mismo aquí abajo sus últimos twitts. No iré a buscar otros más antiguos y claramente repulsivos, dedicados a gente que no le gusta y a la que, como usted dice, "le da" porque "le caen mal".
    ¿O sea que mientras en Highway va usted de cordial y dialogante, en twitter dice que yo le "doy la brasa", que "no soy normal", que soy un "hater", que soy "Quim Coll", que duda usted de que Coll "pueda tener fans"?
    ¡¡¡Perdone pero me parece que aquí el único "hater" es usted!!!
    He intentado convencerle de que recapacitase un poco, pero veo que es inútil. Que usted lo pase bien.

    Potser és ell mateix, ja que dubto que pugui tenir fans.
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    Biel Figueras @rincewindcat · 25 de ene.
    Per què no puc tenir haters normals?
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    Biel Figueras @rincewindcat · 25 de ene.
    Tinc a un fan de Quim Coll donant-me la brasa des de fa dies en els comentaris d'un escrit del mes d'agost. És una cosa curiosíssima.
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    1. Y cuando te pasas al castellano, mira lo que le dices a Susana Diaz:
      "no vuelvas a utilizar a mis abuelos en tus asquerosos y deleznables discursos"

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      1. Si, Koster, acabo de comprobar que en Twitter "Biel Figueres" ofende todo lo que puede y esparce su odio y un desacomplejado sentido de superioridad de lo catalán sobre lo español más bien xenófobo y ridículo, pero aquí en Highway es cauteloso, moderado. No insulta a nadie. ¿Por qué le acusas de lo que escribe en twitter? ¿Qué tiene que ver un medio con el otro?

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  9. Sus insultos de hoy. ¡Menuda mañanita llevamos! ¿Eh Biel?

    «Hay un analfabeto en El Mundo (varios) que no sabe que Francisco también es «rebautizar», igual que Francesc.»
    «Luis Racionero, otro tonto.»

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